domingo, 7 de junio de 2015

El siete de la suerte...

Eran las siete de la tarde, y estaba como loca por llegar a casa y descansar, pero algo ocurrió, ese día no iba a acabar como pensaba. Por arte de magia se cruzó con alguien que le cambiaría la vida, un tropiezo y se hizo realidad.

Iba caminando, despistada, a su aire, en su mundo, cuando, de repente, vio como un chico en una bici perdía la cartera. Las personas que estaban más cercanas a él, pasaron de la cartera. Ella aceleró el paso para ver si alcanzaba al chico de la bici. Lo siguió con la mirada hasta verlo parar en un bar al final de la calle. Aceleró el paso hasta darse al encuentro con él. 

Le dio un par de toques en el hombro diciéndole "perdona", le indicó que había perdido la cartera mientras estiraba su brazo y se la acercaba, él se lo agradeció y la invitó a tomar algo. 

Comenzaron las charlas infinitas, las coincidencias, las características de ambos que les hacían sonreír, siguieron hablando y decidieron continuar cenando, las conversaciones no acababan, el tiempo pasaba sin darse cuenta y decidieron quedar para otro día, se intercambiaron los teléfonos. Tras esa charla ambos concluyeron que en unas horas habían confiado más en el otro que en muchos amigos, que se había formado un vínculo que no querrían romper...

Ambos sabían que había situaciones y vínculos mágicos, como ese, ese lazo de amistad que con una conversación se había empezado a forjar, porque no había nada más mágico que encontrar a tu media naranja en amistad.

Gracias a mis siete de la suerte...

Facebook Sonrisas Rojas

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