Pero ya que no tenía remedio, se vistió con una de sus sonrisas infinitas, esas que ocultaban la verdad a todos aquellos que no la conocían. Se puso su camiseta favorita y se maquilló un poco. Eso sería suficiente para desviar la atención de los demás...
Al encontrarse con sus conocidos y amigos, todos alababan lo guapa que estaba, todos veían que tenía un buen día. Ese era su escudo. Ese escudo que sólo dejaba entrar las buenas vibraciones y el positivismo que irradiaba con su imagen.
Ese día mejoró por momentos, todos la recibían con su sonrisa más sincera, con la alegría que ella había creado y que necesitaba recibir.
Parecía que se estaba despejando su mal día, incluso cruzó una mirada con un chico que había conseguido remover algo por dentro, esas mariposas...
Poco a poco su día se estaba convirtiendo en un maravilloso día, algo que había conseguido con un simple escudo, ella solo quería alegría a su alrededor, ya sabía cual era el secreto y lo usaba siempre que tenía ocasión. Su escudo era un imán, un imán poderoso que atraía alegría y desechaba la tristeza.
Ahora podía sonreír sin escudo, ya se había contagiado con la alegría de los demás. Había guardado su sonrisa infinita...
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