sábado, 12 de septiembre de 2015

Cambiando...

Y llegó ese punto en el que todo cambió.

La idea de cambiar había pasado por su cabeza tantas veces que pasaba desapercibida como una más. Sin embargo, se encontró en un callejón sin salida, aprovechó la coyuntura, desde luego que quería ser la misma persona que era, no quería perder su esencia, pero tampoco quería seguir viviendo algo que la atormentaba y que permanecía en el rincón más secreto de sus vivencias. 

Era ese momento en el que cada instante la hacía plantearse la forma de modificar su actitud para con los demás, ese momento en el que intentaba cambiar la forma en la que trataba a todos aquellos que la rodeaban, ese trato que se convirtió en recíproco. Todo era más sencillo, ¿para qué implicarse si nadie se implica? 

Había llegado al punto de amarse a más no poder, de impedir que cualquier persona creyese que necesitaba de ella para vivir, había llegado su momento de soledad. Su momento de ahuyentar sus mayores miedos, de vivir su vida olvidando el "qué dirán" que tantas veces retumbaba en su mente. Se adueñó de cada punto de su vida, sin dejarse influenciar por los demás. 

Ahora solo tenía su propia compañía, su sonrisa siempre puesta, su sonrisa infinita, sus ganas de crecer, de vivir, de correr y de recorrer mundo. Ahora solo había un paso para dar, al frente, y aquellos que quisieran ver cómo andaba su camino tendrían que acercarse sin ser llamados, sin que supiesen qué pasaría, si querían ser parte de su compañía en el camino tendrían que correr, porque había empezado su camino sin pararse y sin mirar atrás. Ahora les tocaba a los demás ganarse un sitio que habían olvidado que tenían. 

Porque era simplemente el momento de ser feliz, de luchar por lo que algunos habían olvidado que tenían: una persona única que estaba al 200% para todo el mundo pero solo un 20% para sí misma. Ahora habían cambiado los porcentajes... Ahora había comenzado el cambio...

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