miércoles, 3 de junio de 2015

Tres son multitud

Era ella, solo ella, no había más, ella y sus sentimientos, eran suficientes, la pareja perfecta, no necesitaban los consejos de una tercera persona. Porque tres son multitud. Era suficiente el diálogo entre ella y sus sentimientos como para que entraran a colación unos consejos y una persona, que solo conseguirían romper esa estabilidad que ambos tenían. 

Nadie mejor que ellos sabían por qué actuaban así, por qué necesitaban estar solos, por qué necesitaban hablar y conocerse, por qué a veces se contradecían. Y es que entre ellos había un trato, cuando aparecían las mariposas en el estómago no podían dejarlas escapar, había que avivarlas, darles oxígeno y conseguir que duraran eternamente... Pero a veces llegaban los consejos, consejos que no habían pedido, y destruían todo el trabajo hecho para que las mariposas continuaran viviendo. Terminaron por morir esas mariposas... 

Porque entre ellos solo hablaban con sonrisas, besos, abrazos, caricias y cualquier muestra de cariño posible, porque entre ellos no había cabida para lo malo, que a veces llegaba, pero era eclipsado por las sonrisas, para que nadie pudiese acceder y dañarlos, era una cortina de humo que solo era traspasada por los "segundos yo" que veían más allá que el resto... Y que sabían que, en ese momento, podían acceder con consejos, para poder combatir la tristeza y el miedo que habían aparecido. 

Porque sólo ellos conocían el verdadero motivo por el que sonreían de forma auténtica, porque solamente ellos podían describir lo que sentían al comunicarse, lo que transmitían a los demás mediante una sencilla mirada... Porque solo ellos sentían el entusiasmo que provocaba una simple sonrisa...

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